No es casualidad que el Chocó, una región rica en recursos naturales, también haya sido uno de los lugares centrales del conflicto colombiano, con miles de personas muertas o desplazadas forzosamente. La minería mecanizada y no controlada, a pequeña escala, en el Chocó, ha demostrado ser un negocio lucrativo para los grupos armados ilegales, ayudando a alimentar y explotar el conflicto. Estos grupos operan en territorios pertenecientes a las comunidades indígenas y afrodescendientes, difundiendo violencia y miedo, y amenazando, atacando y asesinando a opositores a la minería.
Además de generar violencia, estas operaciones mineras tienen graves impactos ambientales y en la salud, amenazando las vidas y el sustento de la población y dañando gran parte de una de las regiones con mayor biodiversidad del mundo.